“Debido a los tremendos incendios forestales
que viene sufriendo la Comarca Andina, con el equipo del personal del vivero
hemos propuesto hacer jornadas de capacitación para los grupos de vecinos y
comunidades interesados en la reproducción y multiplicación de especies
autóctonas del bosque andino patagónico”, adelantó el ingeniero Oscar Lebed, al
frente del organismo dependiente del Servicio Forestal Andino, con sede en
Mallín Ahogado.
“Se harán tantas charlas como sea necesario,
con grupos no mayores a 30 personas. La propuesta es brindar nuestro
conocimiento y experiencia para reforestar las áreas quemadas con plantas
nativas. Los encuentros arrancan esta semana y nos trasladaremos hasta el lugar
donde están los interesados”, agregó.
Enseguida coincidió con la opinión de los
expertos universitarios, aseverando que “la primera etapa consiste en fijar el
suelo. Estamos en la fase inicial de lograr las plantas destinadas a cada
sector afectado, que llevará un tiempo estimado entre dos y tres años (según
las variedades). Tampoco se puede plantar sin cercar o alambrar, a fin de
preservar cada predio de los animales domésticos y dejar que se recupere al
menos una capa de la tierra deteriorada por el fuego”, advirtió.
Al mismo tiempo, recordó que “con las lluvias del
invierno habrá movimiento de suelos. No se puede generalizar, pero dependerá de
la severidad del incendio y de las pendientes a trabajar”. Con relación a los
lugares donde hubo exóticas implantadas (pinos), dijo que “no hay ningún
problema en suplantarlos con especies nativas”.
A su turno, el ingeniero Darío Schaumann
valoró que el vivero forestal de Mallín Ahogado “tiene muchos años de
trayectoria en la reproducción de especies nativas. Previo al incendio, ya
contábamos con un stock interesante de plantas para ofrecer a la comunidad.
Ahora se incrementa la demanda”.
“Después de que se apagó el fuego, es comenzar
todo de nuevo, porque hay que considerar que un bosque no son solo las plantas,
sino que son millones de microorganismos, hongos y fauna. Hay tipos de bosques
que se van a regenerar solos y van a reverdecer, mientras que en otros costará
más y habrá que reforestar. Este invierno hay que apuntar concretamente al
control del suelo y evitar la erosión, dejando que se recupere en función de la
capacidad natural del ambiente”, recomendó.
Además se refirió a las distintas técnicas de
reforestación (natural y artificial). Puso como ejemplo que “hay maneras
técnicas -como nendo dango (bola de arcilla, en japonés) –, que conserva la
humedad y resguarda la semilla en periodos secos, esperando el momento
apropiado para germinar, cuando están dadas las mejores condiciones
ambientales”.
A largo plazo
Por su parte, Lebed reconoció que el vivero a
su cargo “a la fecha no tiene la capacidad para satisfacer tanta demanda, con
más de 20 mil hectáreas quemadas. Es una barbaridad de plantas dañadas”, al
tiempo que contrapuso que “los procesos de recuperación son largos, donde los
bosques nativos tienen muchas defensas ante estos disturbios. Quizás no se
perciben a simple vista: uno es el banco de semillas (miles de millones que
caen todos los años y se van acumulando en el suelo). Tal vez muchas se
quemaron, pero no todas. Por otro lado, muchas de las especies nativas son
rebrotantes (ñire, chacay, retamo), también las herbáceas se recuperan. Ya esta
primavera vamos a ver muchos brotes sobre los tocones quemados”.
Con todo, aclaró que “el ciprés es una especie
no rebrotante, es decir que se va a rescatar por semillas. Lo mismo ocurre con
la lenga y el coihue. Son las nativas que más sufren la recuperación. Por
ejemplo, la lenga semilla cada 6/8 años, alargando los plazos y su poder de
germinación es muy bajo (menos del 30%)”.
Bosque nativo
A criterio de Oscar Lebed, “tenemos que
defender y proteger nuestros bosques nativos, porque de ellos depende la
actividad social, humana y económica de la comarca. Desde nuestro lado,
colaboramos con la reproducción y multiplicación de algunas de las especies
para su fomento, plantación y para que se mantengan y siempre sigan viviendo.
Es una tarea que realizamos desde hace muchos años, donde mucha gente se acerca
y nos consulta sobre las actividades que desarrollamos”.
“Por suerte la gente ha tomado conciencia de
ello. Cuando comenzamos a trabajar en 1986, no se producían plantas nativas,
solamente pinos Ponderosa, Oregón y Murrayana. Hoy el 55% del vivero son nativas, eso quiere decir que
la propia comunidad se ha apropiado del proyecto”, valoró.
Lebed coincidió enseguida en que “el símbolo
de nuestra cordillera es el ciprés, cuyos ejemplares mayores llegan a ser
centenarios. Es un árbol muy noble, que se ha explotado mucho y que debemos
seguir plantando y protegiendo porque es una especie que ha sido muy
intervenida. Aquí ponemos mucha energía en su reproducción”, concluyó.
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Fuente: Noticias del Bolson